Si nos ponemos a pensar porque será que muchas veces, nos cuesta tanto tomar una decisión, porque dudamos tanto…
Todo el tiempo estamos tomando decisiones. Piensa: en qué casos tomas decisiones rápidamente y en que casos das muchas vueltas?
Por ejemplo, si tengo que llegar a un lugar desconocido, veo la dirección, pienso en que camino tomar, de acuerdo al horario, de acuerdo al tiempo, de acuerdo a la distancia, elijo el camino, arranco el auto y voy… con la información que tengo, sé que voy a llegar,
Cuando dudo es porque tengo la necesidad de “acertar”, la necesidad de que sea la decisión correcta, la necesidad de que salga bien.
Cuando te enfrentes a éste tipo de situaciones, te propongo que te detengas y pienses en el objetivo, donde quieres llegar, para que necesitas tomar esa decisión.
Piensa en:
Para qué te serviría tomar esa decisión?, para qué no te serviría?, siempre mirando al objetivo.
Hazlo tantas veces como alternativas tengas, no pongas una opción frente a otra, en cada opción piensa en lo positivo y lo negativo de tomar la misma decisión. Considera toda la información con la que dispones y relacionala con tu objetivo.
Que pasaría, si seguimos con el ejemplo anterior, cuando llegas al lugar y alguien te dice que hay un camino que es más directo que el que tomaste, bueno, es una nueva información, no quiere decir que tuviste un error, quiere decir que con la información que disponías, tomaste la mejor decisión para llegar al lugar que necesitabas llegar…
Atrévete…
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